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martes, 22 de mayo de 2012

De fiesta sigo siendo enfermera


Esta Historia me la cedió una compañera Castellana, afincada en Asturias, a la que tengo mucho aprecio y valoro tanto personal como profesionalmente. Gracias S.B.E.

      Tres amigas enfermeras, de la misma promoción, están de vacaciones en Asturias. Acaban de cenar y buscan un bar de copas con buena música para rematar la velada. Llegan a un pub de moda en el que hay pocos clientes, quizá aún es pronto. Las tres reparan en una pareja que discute en la barra:
.-  “Problemas de amores”, seguro, la eterna pelea, comentan.
      Piden algo de beber mientras conversan al ritmo de buena música. Al cabo de una hora deciden marcharse y observan que aquella pareja sigue sin llegar a un acuerdo, pero no parece grave.

      Tras visitar un par de bares más, deciden retirarse al Hotel. Pasan por el primer garito para recoger el coche aparcado. Al acercarse observan una joven que les grita alarmada pidiendo ayuda.
.- ¡¡¡Auxilio, ayuda, necesito ayuda!!!
       Es la chica de la pareja que discutía.
      Acuden corriendo. El muchacho está sentado en el suelo, casi sin conocimiento, en medio de un charco de sangre se agarra torpemente la muñeca derecha envuelta en un pañuelo. La mujer les cuenta que en la discusión se rompió un vaso y se cortó accidentalmente. Al examinar la herida se aprecia claro por el sangrado que se ha seccionado 
una arteria. Es preciso trasladarle cuanto antes a un Hospital. 

     Ha perdido ya mucha sangre, está pálido y a duras penas mantiene la consciencia. Le hacen un torniquete improvisado con lo que tienen a mano (una goma del pelo y un palo que gira para  mantener la tensión). Entre las cuatro le meten en el coche.
      Lorena aprieta con fuerza la herida. Susana trata de mantenerle despierto haciéndole preguntas y mismo tiempo, comprueba el grado de consciencia y orientación del muchacho. Nerea conduce mientras trata de tranquilizar a la novia, a la que han sentado delante porque está demasiado nerviosa y más que ayudar, estorba.
      Deciden ir al Centro de Salud. Susana conoce la zona y sabe que es lo que hay más cerca. El tiempo corre en contra, pero llegan enseguida. No les hacen esperar, enseguida les ayudan a poner al chico en una camilla. El médico sabe qué hacer y organiza el trabajo. La enfermera del Centro es muy joven, ha terminado sus estudios hace nada y se muestra algo insegura. Susana toma el control y canaliza dos vías venosas sin casi mirar. Así deja que la titular avise a una ambulancia medicalizada para trasladar al paciente a un Hospital lo antes posible. Para Susana nada de esto es nuevo, tiene años de experiencia detrás. Aquello se convierte en un auténtico concierto de trabajo en equipo. Mientras, le toman las constantes, cambian el torniquete por un manguito de presión, comprueban el alcance de la herida, estabilizan al paciente.. Está pálido, débil, mareado, pero no pierde el conocimiento y el sangrado se mantiene controlado.

      Por fin llega la ambulancia. Se lo llevan al hospital ya estabilizado. La novia se deshace en agradecimientos. Sabe que si aquellas tres chicas no llegan a aparecer, podría haber perdido a su novio. La enfermera del Centro de Salud está contenta y también agradecida. Con el tiempo sabe que llegará a desenvolverse con soltura.
 
Las tres amigas se van al hotel, satisfechas, exhaustas, nerviosas aún, con una anécdota nueva que contar. A veces pasa, menos mal que pocas.




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