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jueves, 30 de julio de 2015

Resurrección

           Sucedió allá por el año 90.
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          Trabajaba en Urgencias como enfermera. En un Hospital grande. Urgencias era una nave enorme que estaba dividida en secciones por las que rotábamos: Pediatría, Trauma, Paradas, Medicina Interna, Hospitalización,... Esta última, "Hospitalización" era la sala donde se quedaban los pacientes 24/48 horas. Bien porque no precisaban más tiempo de ingreso, o porque no había cama libre en el Hospital y estaban esperando que se quedara una libre y se les asignara. En épocas de muchos ingresos, incluso había camillas en el pasillo y yo fui en varias ocasiones, la "enfermera de pasillo". Pero eso es otra historia. Esa noche, me tocaba esa sección.
            Hospitalización era una sala de varias camas. Por entonces, no había cortinillas de separación. Protegíamos la intimidad moviendo unos cuantos biombos de aquí para allá. Era de madrugada y habíamos estado muy ocupados, varias horas, tratando sin éxito de sacar adelante un paciente terminal sin familia. Alrededor de las 4 de la mañana, tras haber hecho lo debido, le dejamos abandonar este mundo en paz. Le preparamos según protocolo y avisé al celador para que le trasladara al depósito.
         Durante todo el proceso, dada la situación, había aislado la cama con biombos desde primera hora del turno, aunque fue necesario mantener la luz de la sala encendida durante todo el tiempo para poder atender convenientemente al paciente, con la consecuente molestia del resto de enfermos ingresados. Concretamente, el vecino de camilla, un hombre de mediana edad que hubo de cubrirse con la ropa de cama hasta el cogote porque le daba aprensión oírnos ir y venir.
            En el momento de avisarle, el celador estaba ocupado en otros menesteres y dado que el traslado del paciente tampoco era tan urgente, dejé la historia sobre la mesa del escritorio, apagué la luz de la sala y me senté en la habitación contigua a esperar con los pies en alto (el proceso había resultado bastante duro).

              Cuando llegó el celador me ofrecí a acompañarle:

      .- No te molestes. ¿Lo has dejado todo listo?.- me preguntó.
      .- Sí.- Respondí.- El paciente es el que está cubierto y la historia la del escritorio
      .- Yo me encargo.- me aseguró.- Puedo solo.- Y se fue.

             Al cabo de unos15 minutos llegó corriendo, sudoroso, demudado, blanco como la cal y taquicárdico.

      .- Pero qué te ha pasado? Parece que has visto un fantasma! ¿te encuentras bien?
      .- El muerto ha resucitado en el ascensor.- balbucea histérico, casi gritando.
      .- SSShhhhh!!! Que vas a despertar a todo el mundo! Pero ¿Qué dices? ¡¡¡Eso es imposible!!!

                Corrí a la sala con una sospecha terrible. Encendí las luces y....

                Efectivamente. Se había llevado al paciente de al lado!!!! el que se había quedado dormido tapado hasta el cogote con la sábana para que no le molestara la luz. El celador, discreto y silencioso, procurando no molestar al resto, se había llevado la cama equivocada y en el ascensor, el paciente despertó, se incorporó y casi le mata de un infarto.
                     
       .- Pero ¿Dónde está el paciente vivo? ¿Dónde le has dejado?
      .- Ay madre! suspira tumbado en el sofá, jadeante.- Que se ha quedado en el ascensor.
      .-¿Le has dejado allí solo? ¿Qué ascensor?
      .- Ay Dios mío! ¡Que de esta me expedientan! ¿Qué he hecho? Está en el primero de la general, el de la izquierda. ¿Y yo qué sabía? ¡Si me ha dado un susto de muerte! ¡De milagro que estoy vivo! ¡Ay pobre hombre! Pero ¡Qué he hecho!!

                 Corrimos al ascensor y encontramos al hombre esperando pacientemente a que le fuéramos a buscar.  A esas horas el hospital estaba tranquilo y no se había movido ni el ascensor. El paciente lógicamente, estaba enfadado, pero era un hombre comprensivo, había deducido la situación. y no hizo denuncia. El celador le pidió mil disculpas y yo también.
                   Todo se quedó en un susto y una anécdota.



                   Y ahora ¿podría pasar algo así?

miércoles, 15 de julio de 2015

¿Es esta la sala de despertar?

   
Despertar
    Tuve que operarme y cuando desperté de la anestesia, estaba en una sala enorme, había más pacientes a mi alrededor y las enfermeras iban y venían solícitas atendiendo a unos y a otros. Estaba en la sala de reanimación., medio atontado y sin poder moverme. 
      Había mucha actividad allí. Llegó un muchacho arrastrando una máquina con un brazo articulado. Estuvo manipulándolo en la cama de al lado. En determinado momento, el chaval, vestido como un robot, con una bata azul de plomo, gritó 
          .- Disparo!!!! y todo el personal de la sala dejó lo que estaba haciendo y salió rápidamente.
Cíclope
          .- Un momento!!! grité.- Y nosotros!!!! Yo no puedo moverme!!!. Más tarde me explicaron que sólo había hecho una placa de rayos X y que el resto de pacientes, si no eran mujeres embarazadas o niños, no tenían apenas riesgo. Por la dirección del rayo y por la distancia. El personal se protege porque están continuamente expuestos. 
      Me quedé tranquilo y todo pareció volver a la normalidad, es decir, personal sanitario que va y viene, camas que salen y entran y facultativos que dan órdenes al aire. Me relajo un poco y parece que me entra sueño cuando de repente alguien grita 
          .- Una Bomba!!! y casi me da un síncope.
Bomba!!

          .- Pero ¿cómo que bomba? ¿es una amenaza? ¿ahora sí nos van a desalojar? .- pero no, de nuevo falsa alarma. La enfermera del paciente que acaba de entrar ha pedido una bomba de perfusión, que no es más que una máquina que controla el ritmo y la velocidad a la que la medicación intravenosa se administra.
      No sé si es que estoy sensible, pero en esta sala lo despiertan a uno, vaya que sí. Ahora no puedo relajarme y empiezo a estar más atento a todo. Entra un hombre y pregunta en alto:
          .- ¿Dónde están mis muñecas?
          .- La ocho.- contesta una enfermera. Y veo que se dirige a un paciente con las dos manos vendadas.
      Intuyo que aquí, de nombres nada, aquí por partes del cuerpo. Casi es un alivio, porque cuando le oí preguntar por sus muñecas no quiero contar lo que pasó por mi imaginación.
   

miércoles, 1 de julio de 2015

Ya tiene el alta? Deje la cama libre!



Hoy hace mucho calor y promete ser una tarde interesante.
Cuando llego, la planta está llena, pero hay, nada menos, que siete altas. Tienen todo listo y preparado para marcharse. El turno de mañana lo ha dejado arreglado. Pero tengo otros tantos pacientes esperando ansiosos por ocupar las camas aún calientes, que se vayan quedando libres. En el cambio ya me lo advierten:


.- Está urgencias colapsada. No hacen más que llamar y presionar a los facultativos para que den altas y a nosotras para que dejemos cuanto antes las camas libres. Tienes ya dos en la sala de espera, porque necesitaban la habitación. Les hemos llevado allí las bandejas de la comida y están esperando que vengan a buscarles. Pero tu, tranquila, que tienen el alta ya firmada-


A partir de las tres y media empiezan a marcharse algunos. Tan rápido como se despiden, aviso a limpieza y recogemos la habitación. En cuanto está todo listo, llamo a urgencias o a otras plantas, allí donde el siguiente inquilino espera trasladarse y recibo al nuevo ingreso como se debe. Pero esta labor requiere su tiempo y dedicación. Cambiar la historia o abrirla, toma de contacto, de constantes, valoración de problemas y necesidades al ingreso, visita del facultativo y reajuste de tratamiento, llamada a farmacia para gestionar que no falte medicación, inicio o seguimiento del tratamiento prescrito, pruebas, analíticas, dieta…. Así, uno por uno, mientras el resto de pacientes/clientes esperan ser también atendidos como merecen.
A las 5 estamos sudando. He recibido 5 ingresos nuevos, además de atender al resto. Los de la sala de espera por fin se han ido, aunque antes de hacerlo también me han dado algo de trabajo. Por tercera vez vuelven a llamarme de urgencias para reclamar las habitaciones de los dos que aún me quedan.


.- Otra vez te llamo de Urgencias. A ver cuándo vas a tener las camas libres, que ya es hora ¿no te parece?.-
.- Disculpa, no dudo que tengas mucha necesidad de las camas, pero yo tampoco he parado y aún no se han ido.-
.- Pues les pasas a la sala de espera, que ya tienen el alta firmada y no son asunto tuyo.-
.- Están esperando ambulancia, no tienen acompañante…
.- Que tienen el alta firmada ¿o no? y que necesito la habitación. Tú verás lo que haces.


Y cuelga. Me están dando la tarde. He oído por dos veces reproches y respuestas airadas. En urgencias están muy presionados y no entienden que en planta podemos estar viviendo una situación parecida. Pero no quiero discutir. Reclamo las ambulancias, me responden que tienen pocos efectivos y que tardarán. Pasarles a la sala de espera es un riesgo. Sí, tienen el alta, pero allí no hay timbre, queda muy a desmano. Si pasa algo… ¿quién será responsable?
Llega la supervisora de guardia. Anda, qué raro, si no la he llamado…


.- Hola ¿qué tal? que me dicen en Urgencias que tienes atascadas dos altas y es que abajo están muy nerviosos y necesitan las camas. Que les pases a la sala de espera, que si no no me van a dejar en paz.-
Así que me veo forzada a trasladarles a la sala de espera, que está libre porque los que estaban allí ya se fueron a sus casas. La Supervisora llama a urgencias muy satisfecha.


.- Ya está, como en media hora podéis ir subiendo los ingresos.- Y me deja con todo el marrón.


Entre medias, uno de los pacientes ingresados empeora y me da un pequeño susto. Todos a correr!!! Carro de electros, suero, glucemia, tensión…


.- ¡¡¡Llama al médico, rápido!!!.-


Viene enseguida, menos mal!. Analítica, pruebas, reajuste de  todo el tratamiento… por fin el paciente se estabiliza. Qué alivio!
Pero han llegado los ingresos y los de las ambulancias están reclamando a los pacientes que se iban de alta. Claro, como están en la sala de espera, no les encuentran.
En cuestión de media hora se ha montado un caos y cuesta recuperar el ritmo.
Me aseguro como puedo de que todo se haga como se debe. Que no se lleven en ambulancia a los nuevos ingresos a los domicilios de las altas. Que los pacientes que se van, lo hagan en las mejores condiciones, aunque haga horas que tienen el alta firmada y que supuestamente ya no son mi responsabilidad… Que los nuevos ingresos tengan su justa bienvenida y que no les falte de nada (ni a ellos ni a la compañera que vendrá de noche)
El tiempo pasa volando pero cada vez parece que hay más cosas que hacer. Se junta todo con las cenas, la medicación de las 9 y ¡Horror! Aún no escribí en las historias!!!

Otra vez que saldré tarde y deslomada.

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