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domingo, 16 de agosto de 2015

El encanto tóxico de las enfermeras: El café

          El facultativo se acerca al control de enfermería. No se ve a nadie, pero se oye un murmullo de fondo. Seguro que están tomando café. Asoma discretamente por la puerta y saluda.
                    .- Buenos días!! ¿Listas para pasar visita? ¿Estáis tomando café? ¿me invitáis?

                    .- Buenos días Doctor.- responde cantarina la enfermera más veterana (o la supervisora).- ¿Quiere un café? Eso está hecho ¿Cómo lo quiere? ¿Caliente, frío, con leche, con azúcar, sacarina....? Yo se lo preparo en un pis_pas. Siéntese. ¿Quiere una pasta?
Sin embargo, si en la salita hay un enfermero, dirá
                    .- Por supuesto que le invitamos a café. Sírvase usted mismo. Ahí tiene de todo

      Soy enfermera volante, eventual, sustituta. Salgo y entro del hospital continuamente enlazando contratos. Voy de planta en planta donde me toca. Y puedo contaros que esta situación y otras parecidas, se repiten continuamente. Por supuesto, hay excepciones, cada vez más. Pero existir, aún existe.

      Forma parte del "encanto tóxico" femenino, muy arraigado en la enfermería, por ser una profesión,  de siempre, muy femenina. 
El encanto tóxico consiste en endulzar la vida de los demás tragándote tu toda la amargura.
      Que ¿por qué lo hacemos? probablemente porque nos enseñaron que el encanto y la sumisión tienen sus ventajas. Huimos de los enfrentamientos directos, nos proponemos transformar nuestro entorno en un sitio feliz y creemos que alcanzaremos el éxito siendo agradables, encantadoras e imprescindibles.
      El error no es tanto el hecho de ser "encantadoras" sino el no saber cuál es nuestro sitio y defenderlo. Corremos el riesgo de enviar un mensaje equivocado y que se malinterprete. ¿para qué servimos? ¿para qué estamos? porque si eres servil, la información corre como la pólvora y te pone a merced de abusones. Y acabas dedicando el tiempo en hacer cosas por los demás cuando deberías hacer las tuyas. Y la recompensa no siempre son la gratitud y el reconocimiento, sino más bien el ninguneo, la falta de respeto y el abuso.
      Hoy es el  café, pero otro día hablamos de lo que pasa en otras situaciones laborales. El encanto tóxico de la enfermera, no tiene límites.

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